Felices con el COVID-19

19, Ago, 20 | Notas de Desarrollo

Autor: Miguel Molano
Director General de 2M Consultores en estrategia y desarrollo SAS

Cuando en 2.011 el precio del oro cotizó cerca de los USD 1.900 por onza, el precio interno por gramo en Colombia alcanzó los $110.000. El precio alcanzado en este año, fue suficiente para que en 2.012 la producción nacional alcanzara una cifra record de 66,2 toneladas de oro, multiplicando por 4 la producción obtenida en 2.007 (último año antes de la crisis económica y bajos precios del oro). El aumento en los precios internacionales se hace sentir rápidamente en las zonas mineras, durante 2.011 y 2.012 múltiples áreas y yacimientos hasta ese momento económicamente inviables se activaron (ilegalmente la mayoría de las veces) y representaron cerca del 55% de la producción nacional.

El aumento en la producción representó un incremento en el pago de las regalías pero no en un mayor recaudo para la nación por concepto de renta o un mayor grado de formalización laboral en las regiones. Si se pudo apreciar el deterioro irreversible de 45.000 hectáreas de bosques naturales en el departamento del Chocó, 35.000 en el departamento de Antioquia y un aumento considerable en la concentración de mercurio atmosférico en los cascos urbanos de los principales centros mineros del país.

En 2.020 el escenario es muy similar, USD 2.000 por onza de oro al cierre de la semana pasada y una tasa de cambio cercana a los 3.700 pesos por dólar conforman el precio interno para el gramo de oro mas alto en la historia del país. Con cerca de $240.000 por gramo de oro, muchas áreas que en 2.011 y todos estos años resultaron inviables para ser explotadas hoy en día son apetecidas por grandes grupos dedicados a la explotación ilegal de minerales. Un yacimiento con reservas menores a 8 gramos de oro por tonelada de mineral no resulta rentable de explotar (ilegalmente) cuando el precio por gramo es menor a los $110.000 en el mercado local, hoy por hoy un poco menos de 4 gramos de reservas aprovechables resultan suficientes para emprender estas actividades por lo cual es de esperar que los brotes de explotaciones ilegales se multipliquen muy rápidamente principalmente en áreas ya tituladas y con algunos avances en exploración, que miles de hectáreas mas se sumen al desastre ambiental ya generado por las dragas y retroexcavadoras y que el mercurio que resulta el mejor aliado de este tipo de explotaciones aparezca nuevamente y en grandes volúmenes, al  tiempo que las utilidades se acumulen en las arcas menos deseadas.

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